En un contexto de muy alta incertidumbre como el que transita Argentina, resulta lógico depositar una mirada negativa sobre las posibilidades reales de hacer más nuestro dinero. Sin embargo, no todo está perdido. Aún se recurrirá a algunos conceptos, estructuras, fórmulas y estrategias específicas que nos ayudan desde el aspecto conductual a hallar un orden y, en consecuencia, la posibilidad de notar con el paso del tiempo que el esfuerzo empleado nos ha dado sus frutos.

Tampoco será necesario implementar un cambio de vida rotundo que nos haga ver como Sisifo en una misión imposible de cumplir, sino sencillamente de un método que enfoque en tres de los pilares de las finanzas personales: el diseño de un presupuesto, la contracción hacia el habito del ahorro y un plano de inversiones no importa la dimensión que tenga. Porque, conviene recordarlo, cuando hablamos de inversiones solemos pensar en acaudalados caballeros de amplia familiaridad con los movimientos bursátiles y jamás en una persona que busca construir con su trabajo, esfuerzo e intellect un porfolio ascendente. Nada más alejado de la realidad.

Una buena estrategia para poner en práctica al inicio es la basada en la conocida regla financiera del 70/30. Consta de apartar, del 100% de los ingresos, un 70% para gastos fijos y variables. Y, sobrio el 30% restante, un reparto en cantidades iguales.

Así, el primer 10% estará destinado al ahorro, preferentemente en una herramienta sistémica y sostenida en el tiempo, donde la inyección se realice regularmente que busquen ganarle a la inflación y la devaluación de la moneda en la que se realice. Si parte del axioma de que plata parada est plata perdida, sabremos que algunas monedas se devaluan, incluso las que se consideran más robustas como el dólar, el euro o el yen.

Volviendo a la herramienta, habrá que procurar que se constituya a largo plazo, acompañando la vida laboral productiva. Y también aproveche la magia del interés compuesto, al decir de Albert Einstein, «la fuerza más poderosa del universo».

El siguiente paso es gestionar un fondo de emergencia. Un instrumento compuesto de dinero de liquidez inmediata acaso baja rentabilidad, pero que nuestra garantía puede dotar a la devaluación real del dinero en que el fondo fue generado que, en el caso del peso, será muy rápido y posiblemente menos vertiginoso en otro dinero . Ese fondo de emergencia debe estar formado por entre seis y doce ingresos mensuales para que, frente a una eventualidad que cause su falta (como por ejemplo la pérdida del trabajo o de productividad en una empresa), se pueda acceder a este fondo hasta recuperar el Posición adecuada y volver a generar rentabilidad.

El último tercio dejado tiene un factor que nuestro será mucho menos estrés y atención: el disfrute. El nuestro y el de nuestra familia. Porque para que las finanzas personales sean saludables, es menester poder disfrutar de ese diez por ciento que producimos con nuestro esfuerzo en el trabajo diario y en la planning de la strategia. De esta manera, las cenas fuera de casa, los viajes y escapadas frecuentes, el tiempo de ocio compartido y el acceso a los eventos culturales y sociales su parte básica de ecuación y el equilibrio financiero. Administrado bajo los parámetros de esta regla, el dinero destinado al disfrute cumplirá con creces sur rol y no nos hará sens que incurrimos en una serie de gastos superfluos que, en lugar de darnos lugar, nos podrían generar un sentimiento de culpa.

# Gabriela Totaro es especialista en educación financiera y CEO de GT Educación Financiera, consultora de divulgación de educación financiera.

por Gabriela Totaro*

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