In los diferentes entornos de la vida, ya sea laboral, académico, deportivo e incluso cuestiones de índole personal, para muchas personas el anhelo de conseguir el éxito se ha convertido en un ideal que guía los comportamientos de cómo afrontarán sus compromisos. Sin embargo, esta tendencia a imponernos metas y estándares quizás demasiado elevados puede llevarnos al afán de ser muy autodemandentes y, por lo tanto, conducirnos hacia un camino donde las consecuencias negativas repercuten en la salud y en nuestro bienestar general.

Cuando hablamos de autodemandencia nos referimos a la tendencia de las personas por exigir un rendimiento perfecto en todas las áreas de la vida, presentar metas y estándares muy altos para sí mismos. Las personas pueden ser autoexigentes para varias zonas, y estas razones a su vez, pueden variar de una persona a otra. Dentro de las posibles causas podemos ubicar desde las expectativas sociales y culturales, a la búsqueda de validación externa, el deseo de evitar un juicio de valor negativo o incluso el miedo al fracaso o cometer errores.

Si bien para algunas personas exigieron dar lo mejor puede ser una fuente de motivación y crecimiento personal, cuando se vulve excesivo y constante, trae como consecuencia que la persona tienda a ser muy crítica consigo mismo y se impongan una presión excesiva para alcanzar un nivel de excelencia irreal.

Self-demanding sostenida en el tiempo puede llevar a las personas un constante estado de insatisfacción y otras emociones displacenteras como tristeza, culpa, enojo e identificar este patrón de trato hacia uno mismo es muy importante, porque puede ser una vía de acceso directo hacia el estrés.

Cada vez que las personas exigen más, tiende a imponer expectativas desproporcionadas generando una carga excesiva de presión sobre ellos mismos. Esta presión constante puede liberar varios comportamientos que no son saludables a medida que asume más responsabilidades de las que puede abordar y cuidar de sí mismo.

descuidar el propio bienestar y privarse de tiempo para el descanso haciendo que falte el equilibrio y el tiempo para el autocuidado.

Todas estas respuestas, conllevan al estado de estrés ya que son perjudiciales para nuestra salud, conduciendo a un agotamiento emocional, donde se ubica la pérdida de motivación, alegría, interés genuino por los quehaceres, como también un agotamiento corporal, pidiendo contribuir a dificultades para Conciliar el sueño o alteraciones en la conducta de alimentos, bajo rendimiento y disminución de la capacidad de concentración u otras alteraciones cognitivas. Por ello, algunas de las que podemos tomar para reducir la autodemandencia y, por lo tanto, prevenir la aparición del estrés, podrían ser medidas:

-Ser flexible y más permisivos con nosotros mismos.

-Aprender a tolerar la frustración.

-Fijarnos metas que sean alcanzables y realistas acordes a nuestros recursos.

-Practicar la autocompasión en la lectura de la autocrítica.

-Establecer límites y saber decir que no.

-Aprender a delegar o pedir ayuda cuando no podamos con todo.

-Tomar tiempo para el descanso y el autocuidado.

-Aceptar que cometer un error necesariamente una confirmación de nuestra incapacitad o falta de valía.

Como la constante presión por el autoexigencia de nuestra conducta ha de mantener altos niveles de exigencia personal pudiendo generar un estrés crónico, será importante tener presentes los efectos que esto conlleva a nuestra salud y, por lo tanto, buscar alternativas para alcanzar un equilibrio saludable entre el cumplimiento de nuestras metas y nuestro bienestar.

Melisa Mirabet es psicóloga especializada en gestión emocional y viola rendimiento.

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por Melisa Mirabet

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