En verano vertiginoso cambio del paradigma del modo de producir, trabajar y vivir en el que hoy estamos inmersos aparece un tema central para el ser humano: escuchar los propios ritmos vitales. El ritmo de la menta. El emocional. El del cuerpo. Y el qu’propone la sociedad.
En nuestra entrada al mundo laboral nuestro sumergimos tiene un ritmo que propone el afuera y que parecería no tener en cuenta las necesidades de cada ser humano. Una vorágine sin fin por hacer, producir, llegar, alcanzar, pose, consumir. A adelante zanahoria permanente. El foco puesto en el afuera sin registro ni escucha de lo que muestra o demande el cuerpo o los propios deseos.
Seguir el ritmo vital propio
A este ritmo de la sociedad se le suma el ritmo de la mente. El que no puede parar con los «deberíamos tener más», «deberíamos ya estar más allá», «deberíamos haber logrado equis cosa», “deberíamosdeberíamos, deberíamos”.
El foco colocado en la insuficiencia. Asi como somos no alcanzamos. Hay que hacer más, hay que producir más. ¿Estamos eligiendo una conciencia de este modo productivo? ¿Cuándo obtenemos todos esos «deberíamos» alcanzaremos la felicidad?
Estos ritmos acelerados e imparables se chocan de frente con el ritmo de nuestro propio sistema nervioso. Es que cuando no logramos registrar nuestro propio ritmo orgánico entramos en guerra con nosotros mismos y aparecen los “deberíamos” de más arriba.
Otra vez hay que romper el molde
Poder honrar el ritmo vital propio requiere presencia intencional.
Presencia para registrar cuando consumamos más información de la que podemos procesar.
Presencia para registrar cuando el entorno, cualquiera sea ese entorno, nos empuja a ir a una velocidad que no es la orgánica.
Presencia para registrar cuando nos exigimos vivir con la agenda bloqueada sentir nuestros valiosos.
Transformación: el desafío de adaptarse en un mundo vertiginoso y cambiante
Presencia para registrar cuando estamos corriendo sin parar a una meta que no sabemos si es nuestra, si la elegimos.
Asistencia por Registrador if lo que estamos haciendo está alineado a nuestro propósito vital o es una imposición del afuera.
Presencia para registrar si no parar ni frenar tiene que ver con que no nos animamos a cambiar.
Para empezar a escuchar ese ritmo vital propio el cuerpo pide frenar. Escuchar. Suavizar. Dejar el mente tiene un lado.
La reinvención personal entonces no es solo profesional.
Es una profunda reinvención del modo de Ser.
Un reseteo integral y orgánico para elegir a la conciencia quiénes queremos ser.