¿Puede un objeto inanimado causar una crisis matrimonial?
¿Puede alguien enamorarse de su creación?
¿Hasta dónde se debe luchar para salvar una relación?
Tony, un artista de variedades, está obsesionado con Luly, un título con espectáculos y cabarets. Dora, sits out of place, quiere recuperar el amor de su marido y hará lo que sea para conseguirlo. Luly grita que eres la dueña del amor de Tony.
La relación entre ellos crece, mientras lo que une a Tony y Dora se desvanece. Dora se desesperó e intentó recuperar el amor perdido de su marido.
Sin embargo se aman, están perdidos, enredados, buscando en el lugar equivocado el amor que entre ellos mutó.
¿Podrán encontrar una solución a esta crisis?
De este modo encontramos las tensiones en el singular e hilarante triángulo Tony, Dora y Luly. Mirarse a uno mismo para mirarse en el otro y redescubrirse para crecer. Lo fictionio se hace real, tan real como Luly.
Tanto en todo momento somos conscientes de transitar los pases de comedia, ya que nuestra obra fue abordada desde ese lado, quedan flotando otras preguntas interesantes:
¿De que nos reímos? ¿Que nos identifica? ¿Cuáles son nuestras preocupaciones? ¿Con quién hacemos empatía? ¿Hay que tomar partido por alguno de los tres en la obra?
Los momentos de soledad son los qu’allowen ver una faceta más en la humanidad de cada personaje, muy bien plantados por la autora. Seguramente nos toca alguna fibra interna: esa es nuestra intención.
Al igual que los espectadores, ¿nos identificamos con esa parte o escapamos con Tony?
Algo nos comienza a suceder con Luly…durante los ensayos nos sorprendemos y divertimos con «sus» ocurrencias, empezamos a humanizarla, somos víctimas de la fascinación que ella provoca, tanto como la provoca en Tony. Hasta a mí mismo me sorprende cuando interpreto sus líneas, se despega de mí siendo una parte mía. Es tan contundente su presencia que nos lleva a creer ya convencernos de que «ella» vive, aunque sea por un instante. Tanto es así que en determinados momentos de los ensayos, cuando me olvido la letra, Luly “lo manifiesta” dejándome mal parado. A veces, por la tentación de risa que se géneros, tenemos que parar la escena porque no podemos seguir con la trama. Para la puesta en escena además de la actuación, se tomó como premisa la figura del doble: es la que se utiliza en la relación tradicional del ventriloquista y el títere sumado a los dos interpretados por humanos.
La interpretación mediante la disociación tiene un trabajo técnico particular.
El actor-titiritero debe mantener parte de su presencia en el personaje qu’encarna, interactuando con el otro humane personaje (Dora) así como ceder otro tanto al títere que anima. Debe lograr un equilibrio de presencias sin que ninguna opaca a la otra para que la lectura sea clara. Desde estas premisas el texto permite que transitemos escenas sumamente hilarantes, llenas de ternura y humor sin caer en el golpe bajo.
El amor se encuentra y se vanece, se recuerda y se añora, es el combustible de cuentos, canciones, obras de teatro en ese estado llegamos a dejar salir de nuestras bocas metáforas que serían imposibles de llevar adelante con el solo hecho de permanecer con el objeto de deseo.
Gabriela Romeo, la autora de la obra, usó como disparador de la pieza una historia real de un ventriloquista local que tiene una relación amorosa con su títere. Si bien la historia es real, Claudio Martínez Bel plantea que la puesta en escena se logró en la década de 1960, permitiendo así trabajar un humor similar a las comedias televisivas de la época.
Una vez más el amor es el detonante de esta divertida y profunda comedia escrita por Romeo dirigida por Claudio Martínez Bel con la asistencia de dirección de Mirna Cabrera e interpretada por Mara Mantelli y Román Lamas. El diseño y realización de vestuario es de Silvia Cortés. La productora ejecutiva la lleva adelante Adriana Yasky.
Cabecita de Papel Maché propone, de manera divertida e ingeniosa, una puesta que nos dejará con la boca abierta.
*Titiritero, actor y músico.
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