El avispero agitado por los actos de Hamás, con el asesinato de 1.400 israelíes, ha desatado una escalada de reacciones en todo Oriente Medio. Como piezas de dominó han ido cayendo y tensionando las relaciones con la vecindad. Y entre ellas una de las fichas que más preocupan es la de Irán. Su ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, en sus anteriores comparecencias ya apuntaba que el tiempo para las soluciones políticas se está terminando. La probable propagación de la guerra a otros frentes se acerca a un punto que resulta inevitable. Y ahora, en sus redes sociales, sentencia: «El tiempo se acabó».
El país iraní ha amenazado con una próxima acción preventiva contra Israel si entra en Gaza. Una respuesta que estaría protagonizada por el llamado ‘Eje de la resistencia’. De modo que una de las inevitables preguntas es qué puede significar que Irán entre en este conflicto. Las otras son qué es el eje de la resistencia y por qué es crucial tenerlo en cuenta. Tres cuestiones clave en este complejo panorama donde Irán actuaría como un exportador global de turbulencias.
Ali Vaez, director del programa sobre Irán del International Crisis Group, apuntó a la BBC que si Irán se involucra directamente en el conflicto, existe el riesgo de que países como Irak, Siria o Líbano, a su vez, se vean implicados. Y matizaba que «las consecuencias podrían ser catastróficas no sólo para la región, sino para el mundo entero».
En forma de aviso a navegantes, un portavoz libanés de Hamás explicó al Financial Times que los objetivos del «Eje de la resistencia» no son otros que destruir Israel y contrarrestar la influencia estadounidense en Oriente Próximo. En ese caso estaríamos hablando de la posibilidad de una escalada de enorme violencia con una guerra regional entre varios países.
Es más, la propia Irán el año pasado dijo que podría arrasar Tel Aviv si quisiera con sus misiles de largo alcance y sus sistemas no tripulados. No en vano, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, en febrero de 2023 avisó que Irán ya no es un ‘proveedor local’ que sirve a sus representantes en Medio Oriente. Es una «corporación multinacional de armas avanzadas».
A ello se suma el factor nuclear que es una variable temida por los geoestrategas de Washington. Además, Irán cuenta con los mayores arsenales de Oriente Medio en misiles balísticos de largo alcance que según el CSIS también podrían alcanzar el sureste de Europa. Y su ejército está entre los veinte más potentes del mundo.
Presencia indirecta y el ‘comandante fantasma’
En ese sentido, también cabe reseñar que el ministro iraní aclaraba que no tiene intención de entrar en un conflicto militar con Tel Aviv, siempre y cuando, Israel no ataque su territorio. Pero eso no supone necesariamente neutralidad. Por eso, los expertos coinciden en señalar que Irán puede actuar indirectamente, ya que lo llaman un ‘maestro’ en la guerra por delegación.
Lo que hace Irán es invertir financiera, militar y tecnológicamente en el desarrollo del llamado ‘Eje de resistencia’. «La razón es que lleva intentando evitar la confrontación directa desde el final de la guerra entre Irán e Irak», indicaba Sarah Bazubandi, investigadora del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales al medio Al Jazeera.
El Eje de la resistencia enfrentado a Israel
Países en los que hay grupos respaldados por Irán
El Eje de la resistencia enfrentado a Israel
Países en los que hay grupos respaldados por Irán
Esta sombra alargada de Irán a través de este eje, supone hablar de una alianza liderada por el país iraní, y compuesta por Siria, el grupo Hizbulá en el Líbano, las milicias chiitas en Irak, grupos militantes en territorios palestinos, los hutíes de Yemen, Afganistán y Pakistán. Una suma de fuerzas, junto a Hamás y la Yihad Islámica, donde Irán se sirve de todos ellos para conseguir sus objetivos políticos.
Entre ellos destaca especialmente Hizbolá la organización terrorista más armada del mundo, y que está mejor entrenada que Hamás. El líder de Hizbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, afirmó que cuentan con 100.000 combatientes y 150.000 misiles. La implicación de todos estos actores impondría el peor escenario para Israel, en el que se detonarían múltiples frentes hostiles, algo inédito en la historia de sus enfrentamientos.
El artífice de esta alianza que dio lugar al ‘Eje de resistencia’ fue el fallecido genral Qasem Soleimani, comandante del grupo de élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán. Apodado el ‘comandante fantasma’. Sus milicias tienen una enorme influencia, hasta el punto que algunos cuentan con mayor respaldo que los gobiernos de sus respectivos países.
Lina Khatib, directora del Instituto de Medio Oriente de SOAS, con sede en Londres, explicaba al medio británico BBC que la gran mayoría de las milicias que conforman el eje surgieron de agravios frente a las realidades políticas de sus países. Eso atrajo en un principio el apoyo popular, porque se promocionaban ante el público como personas que buscaban cambiar el ‘status quo’ para conseguir supuestas mejoras.
Por su parte Behnam Ben Taleblu, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias, dijo a Radio Free Europe que el ‘Eje de la resistencia’ es parte de los intentos de Irán de exportar la Escuela Doce Jafari del Islam chií, que fue nombrada religión oficial de Irán después de 1979. Y explicó que «es una especie de visión mesiánica de cómo sería Oriente Medio. Esta ideología sólo tiene resonancia cuando Oriente Medio está sumido en el caos, y la República Islámica es experta en gestionar el caos».
Entre los ejemplos más recientes, según destaca ‘The Washington Post’ está en que desde el 17 de octubre, una nueva coalición de grupos armados llamada Resistencia Islámica de Irak se ha atribuido la responsabilidad de al menos 11 ataques contra fuerzas estadounidenses en Irak y Siria. Esta organización no existía antes de que estallara la guerra entre Israel y Gaza. Y el 19 de octubre el Pentágono anunciaba que barcos estadounidenses en el Golfo Pérsico habían derribado tres misiles de crucero y más de una docena de drones lanzados por fuerzas hutíes respaldadas por Irán en Yemen.
Taleblu dijo que a pesar del esfuerzo de Irán por distanciarse de un posible conflicto más amplio que involucre a sus representantes, resulta imperativo responsabilizar al patrocinador, y no sólo al representante. «Cada vez que se responsabiliza sólo al apoderado, el patrón luchará por vivir un día más», afirma.
Estrecho de Ormuz, un gran revés económico
Y una de las repercusiones más globales de esta escalada está en el Estrecho de Ormuz que Irán controla. ES una de las arterias fundamentales del comercio mundial que podría decidir cortar. Por este embudo, de 30 kilómetros de ancho, pasa el 40% del todo el petróleo del mundo que viene de los países del Golfo y va hacia Europa, América del Norte y Asia.
Dicho de otro modo, es el estrecho por el que más hidrocarburos se mueven diariamente a nivel planetario. Una salida natural y la ruta más corta para todos los productores de crudo de la zona. Así como el paso idóneo de los barcos petroleros más grandes del mundo.
Hablamos de 14,6 millones de barriles de crudo, 1,4 de petróleo ya refinado y casi 60 millones de toneladas de gas natural licuado. Poner trabas en esta zona supondría amenazar la seguridad energética del mundo, especialmente la que afecta a Europa.
Si esto se hiciera realidad sería un gran revés económico y el precio del barril de petróleo se iría por las nubes. Un escenario poco halagüeño, al que ya se une para el continente europeo el que Rusia por el conflicto con Ucrania y las sanciones, no le esté suministrando las cantidades de petróleo que se registraban en el pasado.
Diego López Garrido, vicepresidente de la Fundación Alternativas, nos indica que la posibilidad de desestabiliación, hace que tomen gran importancia las decisiones y posicionamientos de la UE frente a todo lo que está pasando en esta zona.
Las manos en el gatillo
Mientras nada de esto se le ha pasado por alto a Estados Unidos que mira con nerviosismo la situación. Su objetivo en la zona no es solo Hamás, también el de contener a Irán. De ahí, el envío de dos portaaviones a la región y que haya activado a 2.000 militares en caso de que necesite que actúen en la región. IGUalmente la Royal Navy británica también ha desplazado helicópteros y barcos frente a cualquier coyuntura.
En otras palabras, tal como afirma Ian Bremmer, analista y fundador de la firma de investigación de riesgo político Eurasia Group en una conferencia, el mensaje de Estados Unidos es muy claro: «no ampliar esta guerra a Irán, porque las consecuencias de ello es un crudo a 150 dólares, como mínimo. El mundo volvería a caer en una recesión global. Y las consecuencias de esto es la conflagración en la región«.
Y el coste de todos estos movimientos suppondría para Irán perder su programa nuclear. Ali Vaez, director del programa sobre Irán del International Crisis Group, ha señalado a los medios que «si entramos en una guerra a gran escala, Estados Unidos e Israel probablemente lo verán como una oportunidad para destruir el programa nuclear iraní, que está más cerca que nunca de desarrollar armas nucleares. Esto tendrñia unas consecuencias increíbles, en capacidades militares y posiblemente enormes bajas humanas».
Pese a todo, si la tensión continúa el ministro de Relaciones Exteriores iraní detallaba a la Agencia de Noticias de la República Islámica (IRNA) que los grupos del ‘Eje de resistencia’ tienen cohesión, han diseñado los escenarios y tienen las manos preparadas en el gatillo. Y su mejor baza es alimentar los días de ira que podrían estar por venir.