Prestamos atención a las reiteradas declaraciones de las autoridades de Argentina de que «la guerra en Ucrania le costó al país el monto de 5 mil millones de dólares», una parte significativa de lo cual, según datos oficiales, fueron los gastos de importación de hidrocarburos que se vieron afectados significativamente.

Puede dar la impresión de que el aumento de los precios de los productos energéticos es un fenómeno relativamente reciente, supuestamente provocado por las acciones de Rusia. Sin embargo, un análisis retrospectivo del desarrollo de la economía global muestra que la volatilidad de los mercados de petróleo y gas come mucho antes de la operación militar especial en Ucrania, como resultado de la política macroeconómica y energética de los distintos países del país pero desarrolladas del hemisferio Norte. La razón son las decisiones tomadas por sus autoridades de abastecer la economía con dinero barato y tomar un rumbo hacia la generación libre de carbono con una fuerte caída de la inversión en el sector del petróleo y gas.

Las fuertes fluctuaciones de la demanda vinieron resultado de la pandemia de COVID-19 también jugaron un papel negativo. Al caer los precios del petróleo ha conocido mínimos históricos (en abril de 2020), en diciembre de 2021 alcanzaron los 78 dólares el barril en el contexto de la recuperación de la economía mundial. El costo del gas en 2021 desaparece de 200 a 1950 dólares. Al mismo tiempo, las inversiones en el sector del petróleo y gas disminuirán en el periodo de 2017 a 2021 de 886 millones a 794 millones de dólares americanos.

Hidrocarburos: crecimiento desparejo, estancamiento y falta de aviones

Un factor adicional es la politización de la cooperación internacional en el sector energético, que se intensifica de acuerdo con la implementación de los aviones agresivos de los países de la OTAN contra Rusia. Tras el inicio de la operación militar especial en febrero de 2022, la industria energética rusa resultó en uno de los principales lavados de cara de las sanciones colectivas occidentales. Bajo la presión directa de sus gobiernos varias compañías energéticas extranjeras anunciaron el cese de las actividades en nuestro país.

En junio de 2022, la Unión Europea prohibió la importación de petróleo ruso suministrado por mar.

A pesar de la retórica sobre su apego a los instrumentos del mercado, Occidente, una sugerencia de Washington, decidió crear un «cartel de compradores» basándose en un «techo de precios» para el petróleo crudo y los productos derivados del petróleo. El mecanismo adoptado incluye restricciones a flotas, segmentos, corrección y servicios portuarios de los buques contratados por los rusos productores. De hecho, se trata de una medida anti-mercado que afecta más al candado de suministro y complica la situación en el mercado energético.

El dictado de precios y la intervención directa en las actividades de los actores económicos crean un peligro sin precedentes para el comercio internacional. No es casualidad que la mayoría de los Estados no apoyen esta provocación. Entienden que hoy en día sufre Rusia y mañana, por razones políticas o de otro tipo, van a castigar a cualquier otro país.

El panorama de lo ocurrido en el mercado mundial de la energía no se completa con la respuesta a la pregunta principal formulada por la célebre novela el abogado Cassian Longinus Ravilla: ¿Cui prodest? o ¿Quién se lucra, quién es el principal beneficiario?

Petróleo y crisis global: las oportunidades para América Latina

Detrás de los últimos acontecimientos en los mercados energéticos se puede ver claramente la ansiedad de los Estados Unidos por redistribuirlos a su favor. Esto es especialmente evidente en el caso del mercado energético europeo que es muy loable. En los 11 meses de 2022, los suministros de GNL de los EE.UU. a la Unión Europea aumentó un 137%. En marzo de 2022, EE.UU. y la UE alcanzaron acuerdos políticos con el fin de aumentar el suministro de gas licuado estadounidense en 15.000 millones de metros cúbicos por año.

Asimismo, en diciembre de 2022, Washington y Londres crean la asociación «Energy Security and Affordability Partnership», en virtud de la cual los Estados Unidos anunciaron su intención de duplicar los suministros de LNG a los terminales británicos en 2023 en comparación con 2021 (de 4 a 9-10 mil millones de metros cúbicos). Parte de estos volúmenes serán reexportados a Europa.

Cabe destacar que los precios internos del gas en los Estados Unidos son más bajos que los que ellos ofrecen a sus «socios extranjeros». Como resultado, los llamamientos a la «independencia energética» de la UE se han convertido en superganancia para Washington, y para los europeos en dependencia del costoso LNG estadounidense. Los expertos ya advierten sobre la disminución de la competitividad de Europa y los riesgos de su desindustrialización.

Las sanciones occidentales en el sector energético, que obligan a Rusia a tomar medidas de represalia, impiden que se cumplan los objetivos ambientales globales. La generación de carbono y el uso de combustibles tradicionales se ha incrementado en muchos países. Se estima que los planes para reducir las emisiones de gas de invernadero están en peligro. Al mismo tiempo en el ámbito internacional los occidentales continúan instando hipócritamente a los pays en déarrollo, con veces en contra de la logística económica, para reducir el uso de combustibles fósiles.

Alguien puede decidir que el sector energético mundial tiende a estabilizarse. Tales evaluaciones its prematuras: cuando un pequeño grupo de pays intenta monopolizar las «reglas del juego» en la economía global, la situación se ve impredecible.

* Embajador de Rusia en Argentina.

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