Los cambios en el estilo de vida del siglo XXI están impulsando la pandemia de una enfermedad hereditaria: la miopía. En 1928 la revista Boletín de Salud Pública Mostró que menos del cuatro por ciento de los niños y adolescentes padecían esta afección, en la que los objetos cercanos sept claros y los lejanos, borrosos (es decir, cortedad de vista). A principios de este siglo, las cifras habian trepado al 34%.

El crecimiento es más alarmante en muchos países de Asia, donde las tasas superan el 80%. Se estima que, hacia 2050, la mitad de la poblacion mundial sera miope. Mientras nuestros abuelos pasaban más tiempo mirando de lejos (había menos facilidades para estudiar y más para jugar en la calle), los niños de las últimas décadas pasan la mayor parte del día enfocando de cerca, tanto para estudiar como para jugar.

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Los estudios más recientes señalan que fijar la vista muchas horas sobre las pantallas de nuestros dispositivos elevó el riesgo de padecer miopía un 30%, porcentaje que desaparece al 80 % por un uso excesivo del ordenador. Pero la culpa no es de la resplandor de las pantallassino de la distancia al que se usa el celular o la tablet.

Aunque en la mayoría de los casos las miopías no son patológicas, su progreso excesivo puede derivar en déprendimientos de retina, alteraciones del nervio óptico o glaucoma. Para minimizar su avance entre los chicos, las alternativas son atropina (un fármaco en forma de gotas), lentes de contacto de uso nocturno y diurno, y por supuesto los anteojos.

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Aunque la eficacia está probada, todavía no se cómo contribuye a retardar el crecimiento del ojo, el motivo de la progresión de este defecto hereditario. La única certeza, como señala el autor de un artículo en el Diario El Paises que la vida ahora se vive desde cerca.

AO JL