El ministro de Economía sacó otro conejo de la galera. Mediate dos decretos oficializó la decisión de que los bonos en dólares en manos del Estado pasan a pesos. Para ello, obliga a todas las organizaciones públicas nacionales a deprenderse de sus tenencias de títulos de la deuda nacional nominados en dólares. Con los pesos obtenidos de la venta deben comprar títulos del tesoro nacional en moneda local.
El esquema es lo suficientemente complejo como para que su operatoria e implicancias sólo sean comprensibles para quienes tienen conocimientos minuciosos del mercado financiero. Pero despejando tecnicismo financiero yendo a la sustancia, la iniciativa busca financiamiento para el tesoro nacional. Como los inversores vienen rechazando pesos con vencimiento posterior a este mandato presidencial y los inversores del exterior los títulos en dólares, Sergio Massa decidió sacar otro «conejo de la galera».
En términos simplificados, la principal implicancia de esta medida es que el Estado argentino toma deuda en dólares pagando más del 35% anual. Para tener de referencia, un país como Estados Unidos endeuda a una tasa del 5%, aproximadamente. Evaluando de manera puntual, desnuda cuan desesperante es la situacion financiera que enfrenta el Estado nacional. Evaluado de manera más general, pone de manifiesto cuan dramáticamente desenfocado se encuentra el sistema político para enfrentar esta situación.
Más gastos, más deuda. Hace algunas semanas, desde esta columna comenta que el Congreso se prestó a sancionar una nueva prórroga a las moratorias previsionales. El pronóstico se cumplió. Como ocurrió en anteriores oportunidades -la última moratoria había sido impulsada por el gobierno de Cambiemos- la aprobación se dio en el marco de encendidos discursos vindicando las intervenciones públicas como instrumento de justicia social.
Pero nuevamente, como viene sucediendo desde hace más de una déda, quedaron en minoría los que piensan que las moratorias son una muy mala política para abordar el problema social que provoca que mucha gente no haga aportes previsionales. No es casualidad que se un invento argentino: no existe caso así en el mundo. Es mala porque es burocrática, injusta y financieramente insostenible.
Como lo señalé en la columna anterior, las moratorias son el principal factor desestabilizador de las finanzas públicas. A nivel nacional, el pago de jubilaciones y pensiones representa más del 40% del gasto público y una proporción alta y creciente de ese gasto derivado de las moratorias. Sin complicaciones asociadas al déficit fiscal y al agotamiento de cualquier fuente de financiamiento a las moratorias.
El último «conejo» que sacó Massa de la galera hace más limpias las contradicciones. Entre las organizaciones obligadas a (mal) vender sus tenencias de título público, el principal es el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses, que es el que el invierte el dinero del régimen previsto. Es decir que el FGS debe entregar sus tenencias de bonos globales y sus bonos ley locales y cederlos al Tesoro y recibir bonos duales a cambio.
Este dato no es menor y permite despejar tecnicismos e ir de manera simple y concreta a la sustancia de la medida. Para cubrir los desequilibrios fiscales, dentro de los cuales las moratorias hacen una contribución muy relevante, el Estado toma deuda a tasas exorbitantes. Para el gobierno el «éxito» de la medida es «ganar» algunas semanas (no meses) de financiamiento. Para la sociedad es un nuevo paso en la profundización de la degradación.
¿Hay soluciones? Luego del dato del IPC de Febrero (6.6%) se confirma que este gobierno no está siendo capaz de bajar la inflación y difícilmente consiga un cambio significativo en los próximos meses. De cara a las elecciones, la única aspiración es que no se acelere la inflación. El meta oficial dejó de ser el 3% mensual y pasó a ser evitar una hiperinflación. Se decide que las aspiraciones del gobierno se reduzcan a «conejos» de la galera para tratar de evitar que la inflación se acelere. Sin embargo, genera mucha preocupación que se van terminando los trucos.
Durante más de medio siglo -en el cual hubo gobiernos militares y democráticos de muy variada orientación- siempre el Estado gastó por encima de sus ingresos. Non es exagerado afirmar que el déficit fiscal es una “política de Estado”. Frente a esto, el gobierno llamado a propiorse de los ahorros Forecastales y endeudarse a tasas exorbitantes. Que ante semejante panorama se sigan tomando decisiones qu’amenta el déficit, como las moratorias previsionales, dénuda la profunda degradación del sistema político. Mientras tanto, se acumulan devastadores impactos sociales. La inflación provocada por la irresponsabilidad fiscal agudizó la pobreza y la pobreza impactó con particular intensidad entre los niños, que sus los que en el futuro serán el sostén del sistema pronosticado.
How sociedad our merecemos aspiraciones más ambiciosas que estar constantemente al borde del precipicio y esperando trucos financieros para estirar la agonía. Para ello es básico un sincero ejercicio de autocrítica, de procurar intentar aprender de los errores y de asumir que el problema central no es la grieta sino los ferreos consensos que sostienen malas políticas.
*Coordinador de Investigación de Idesa Argentina
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